Finiquitado ya el capítulo XI queda más que probada la necesidad de desbaste con respecto al manuscrito original que comentaba en la última entrada. De las prácticamente treinta páginas que el capítulo iba a tener se han quedado en tan sólo diecisiete, que en un principio podrían parecer pocas, pero que con una rápida lectura de ambas versiones se aprecia enseguida lo mucho que mejora la narración en términos de ligereza y concreción. Si la acción transcurre, como es el caso, en pleno caos que es el asalto a una fortaleza de poco sirve esmerarse en detallarlo absolutamente todo, en describir los distintos ataques y defensas, los ardides y contras…, sobre todo si la narración se centra en el avance de un solo personaje a través de la acción. Para lograr transmitir la ansiedad del protagonista en tales lances resulta inmensamente más efectivo el limitarse a incluir lo puramente inmediato y relevante, y añadir sencillamente una visión general del cuadro a través de algún personaje casi ad hoc y que aparezca y desaparezca en apenas un par de párrafos. Para imaginarse una escena completa, como ya he expuesto por aquí alguna vez, a menudo más vale con dos pinceladas clave y que el lector rellene el resto del lienzo a su gusto. Sin duda lo disfrutará mucho más.
Por desgracia futuras citas laborales vuelven a retrasar, paralizándolo durante un par de semanas, el paso a limpio del manuscrito, pero aun así intentaré aumentar el ritmo en lo sucesivo y cumplir (semana arriba, semana abajo) con el calendario que me propuse, que no es otro que el de tenerlo todo cribado, redactado, revisado y maquetado para otoño (que, a lo tonto, está casi a la vuelta de la esquina). Me apetece además volver a sumergirme en los próximos capítulos que son los centrales de la novela, y no sólo por las implicaciones que tienen con respecto al consiguiente final, sino por la aparición de un par de personajes y situaciones a los que tengo especial aprecio y espero así poder sacarles todo el brillo posible para que el futuro lector comparta la misma opinión. Quedan un par de dudas en cuanto a fragmentos un poco incómodos y necesarios desbastes que amenazan con llevarse casi un capítulo por completo, pero se buscará pese a todo un camino satisfactorio.
Y yendo ya al tema que le da nombre a la entrada, el pie para ésta me lo dieron ciertos videos que encontré hace varios días en Youtube. No incluiré ningún link para que nadie pueda sentirse ofendido, pero bastará con decir (y que el curioso le dé a la tecla y busque) que son aquéllos que sirven «para escribir». Me explico: son videos con imágenes y sonido (las más veces música) que buscan incitar al que los vea a imaginar y ponerse después a narrar lo que esto le haya inspirado. Los hay de diferentes tipos: desde los que son de mera relajación (con dos horas o más de sonido de lluvia o de goteo), hasta los de música «simpática», perfecta para un programa de bricolaje cualquiera, pasando por supuesto por los de pseudo-heavy y con hadas y unicornios. Personalmente pongo bastante en duda (y recalco que es sólo mi opinión) la utilidad efectiva de estas fuentes de inspiración que consisten en colocarse los cascos, darle al play y dejar que la mano vaya escribiendo sola. Soy de la opinión más que compartida de que la inspiración no es algo que pueda darse o encontrarse sin más, es algo que resulta mucho más enrevesado y travieso, que viene cuando viene y si es que viene, y más un estado de ánimo determinado que, con una cierta predisposición, logra prender. Esta predisposición, sin embargo, hay que labrársela con vías muchísimo más laboriosas y hay además que cultivarla sin cesar mientras se tengan fuerzas para sostener la pluma. ¿Cómo? Leyendo, leyendo, leyendo, leyendo, leyendo, y leyendo. Y leyendo también.
Precisamente estaba en una conversación hace un par de días sobre el misterio a medias que resulta ser esto de la inspiración. En el fondo, por más inspirado que pueda estar uno, sería casi imposible elaborar algo completamente ex novo, y todo lo que un autor produjera provendría directamente de sus lecturas y de su experiencia y sólo en un grado ínfimo de su «genio» o inspiración. Todo estaría ya escrito y contado desde haría milenios, y casi toda la literatura consistiría tan sólo en realizar variaciones sobre lo anterior o aprovechar una serie de bases ya constituidas para afilarlas o enromarlas un poco más. Nada sería más cierto en literatura, pues, que aquello que decía maese Bernardo de Chartres sobre lo de ser «enanos subidos a hombros de gigantes».
Volviendo a la inspiración a través de la música, me ha resultado de pronto extraño que todavía no haya tenido cabida en este blog teniendo en cuenta la nutrida cantidad de «momentos musicales» que hay en mis novelas. Desde unos simples «sonaba una trova» o «se puso a recitar esto y aquello, por no ver pasar el tiempo» hasta la inclusión directa de composiciones líricas que parecen a simple vista tan sólo engrosar el apéndice, pero que aunque no pueda oírse intenta un servidor transmitirla con palabras lo mejor que puede y sabe. Así, si bien el oído no es el sentido más evocador (y por lo tanto inspirador) sino que se trata del olor, aquél no le anda a la zaga. Cuántos fragmentos habré yo escrito (por no decir la mayoría de la novela) con una canción o determinada música en mente (¡y hasta de fondo!). Los vídeos «de inspiración» que criticaba unas líneas más arriba no irían tan desencaminados como podría parecer en un primer momento, aunque tampoco habría que tomárselos como un botón mágico que produzca ideas.
En cuanto a estas inspiraciones musicales en mi caso habría que separarlas en al menos dos categorías: por un lado aquellas que acaban siendo una inspiración directa (y en que los versos acaban literalmente encastrados en la narración) y por otro aquellas que si bien no dejan ninguna constancia visible sí llevan de manera subyacente una idea, una impresión o un sentimiento que pasa hasta los renglones de la obra. Aprovechando la entrada me propongo incluir unas cuantas, aunque por cuestiones de longitud (pues ya se me está yendo de las manos ésta) el grueso tendrá que venir en una próxima entrada. ¿Quién sabe? Igual alguno o alguna se siente de pronto inspirado y de unas pocas notas brota el germen de una fantástica novela.
*Nota: Dejo aquí sólo los enlaces para evitar cualquier posible problema de copyright.
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